Una reflexión sobre el ambiente, en el Día Mundial del Ambiente. Escribe Guille Gallishaw.

Hola, cómo andan. Yo, acá, de a ratos con hastío porque esta pandemia parece eterna, y de a ratos con la ilusión de que pronto podamos salir de viaje nuevamente. Y muchas otras veces, ni sé cómo me siento. ¿Les pasa? De lo que estoy seguro es de que ya no sé qué pensar sobre la ecología, el ambiente y la Naturaleza. Saqué la cuenta, y hace veinte años escuché por primera que en Amazonas se talan 25 acres por minuto. ¡A la mierda!, pensé en ese momento, pero obviamente no tenía idea qué significaba esa cifra. Parecía mucho. Algunos utilizaban como unidad de medida las canchas de fútbol. Cincuenta canchas de fútbol por día. Guau. El punto es que desde hace más de veinte años, las noticias que escucho sobre el ambiente son catastróficas, apocalípticas y de no retorno si no hacemos un cambio. Yo lo hice. Se los juro. Empecé a viajar más en bici, a reciclar basura, me hice un compost. Una vez nos llegó el rumor de que la planta de reciclado de mi ciudad estaba saturada, así que con mi amiga Tati nos pusimos a juntar reciclados de amigos y amigas y, una vez cada quince días, cargábamos nuestros autos y llevábamos todo a una planta de reciclado a 15 kilómetros. Una amigo dijo un día: “Me da un poco de pena que Guille haga toda esa movida. No sé da cuenta de que es al pedo”. KESEYO.

Siempre cuento esta anécdota, pero la traigo a este texto porque a mí me ayudó a tener una mirada más… no sé… ¿real? acerca del ambiente, del medio, del entorno en el que vivimos. Hace como 15 años entrevisté a Diego Golombek, un Doctor en Ciencias Biológicas especializado en cronobiología y un gran divulgador de ciencia. La cuestión es que yo le preguntaba acerca del marketing de la ecología.

-Los temas que suelen aparecer en los medios parecen estar lejos de las personas. Como el “salven a las ballenas” o “detengan la tala de árboles en Amazonas”. ¿Cómo se podrían comunicar los temas ambientales para que la gente se involucre más? -quise saber.

-Me parece que hay que mirar el entorno más cercano. El “salven a las ballenas” está bueno. Es importante que las protejamos, porque así también estamos cuidando un ambiente clave para el planeta, que son los mares. Pero, al final, las ballenas se van a salvar –me dijo con gesto de ‘vos no te hagas drama por eso’ –. Tal vez debamos preocuparnos por salvar a los sapos, que son grandes reguladores de la red trófica. Para nosotros, que habitamos Buenos Aires, es importante. Es nuestro entorno más inmediato. ¡Salvemos a los sapos! Con esto quiero decir que creo que cuidar el medio que nos rodea, y con esto me refiero al entorno o ambiente más cercano, puede ser un buen camino para el cambio.

Hoy es 5 de junio y se celebra el Día Mundial del Ambiente. Hace unos días recibí información de prensa respecto de este tema: que nos quedan sólo diez años para hacer un cambio, que la contaminación de los mares, que el derretimiento del hielo… Abrumador todo. Así que pensé que, para tomar un poco de distancia y corrernos un toque de lo apocalíptico, una buena idea sería empezar por definir qué es ambiente y, para ser honesto, sentí un poco de vergüenza al descubrir que la definición que tenía en mi cabeza estaba un poco errada. O, al menos, era poco precisa. 

Mi primera reflexión fue vincular al ambiente con la Naturaleza, pero en la primera entrevista que hice, me frenaron en seco. 

“La gente tiene disociado el ambiente del lugar donde ellos viven. Cuando se habla de salvar el ambiente, se tiende a pensar que hay que salvar los bosques. Y no”, me aclaró Verónica Quiroga, una Doctora en Biología de Córdoba. 

“Creo que podemos diferenciar entre ambientes urbanos y rurales. Pero esa disociación, a lo largo del tiempo, ha creado múltiples problemas ambientales. Muchas veces se tiende a pensar que lo que se come viene de otro lado, y que conservar el bosque es algo que le es ajeno. Entonces, me parece importante hacer nuevamente ese nexo entre lo urbano y lo natural, y entender que dependemos de ese ambiente natural para que el ambiente urbano sea saludable y perdure en el tiempo.”

Les diría que esta nota les propone volver a pensar qué es el ambiente. Hay una nota de Laura Rocha en Infobae en la que plantea si se dice ambiente o medioambiente. Acá les dejo el link. Y me pareció un buen punto de inicio. Resulta que el término medioambiente surgió de un error en una traducción del inglés al español. Un texto decía enviroment, y la traducción correcta era medio, ambiente, entorno (como sinónimos). Pero la traductora no puso coma entre medio y ambiente y, curiosamente, los medios no corrigieron el error. “Decir medio ambiente es una redundancia -me aclara Verónica Quiroga –. No es que se trata de la mitad del ambiente. Son sinónimos. El ambiente es el lugar en el que vivimos. La definición de la secundaria: lo vivo y lo no vivo, los factores bióticos y no bióticos. El ecosistema. Es el lugar en el que vivimos y convivimos con las otras especies, y que abarca otros componentes ambientales, pensando en que es donde respiramos, tomamos agua y demás.”

Y lo último. Que creo que debería haber sido lo primero. Hoy se celebra el Día Mundial del Ambiente porque se hace referencia a la primera conferencia sobre temas ambientales organizada por la ONU. Fue del 5 al 16 de junio de 1972 en Estocolmo, Suecia. De hecho, de esa misma conferencia sale la confusión entre ambiente y medioambiente (la traductora sueca a la que se le pasó poner una coma). De ese encuentro se están por cumplir cincuenta años. Ohhh. Bueno, ya es hora. Hagamos algo. Empecemos por casa, por el barrio. Porque, después de escribir todo esto, me di cuenta de que la forma de pensarlo es más simple: el ambiente soy yo. El ambiente sos vos. #elambientesosvos ✪

Y si leíste hasta acá, te doy un GRACIAS enorme. Y te cuento que la foto que abre esta nota la saqué en Península Valdés. La puse porque se la ve a Anita, mi sobrina y ahijada, leyendo sobre orcas. Creo que pocas veces la vi tan feliz a Anita y hoy, varios años después, aún se acuerda de todo lo que vio en aquel viaje.