Un viaje en tren nos dejó en la puerta de la Comarca de Sierras de la Ventana. Allí pasamos cuatro días e hicimos de todo: caminamos por el Parque Provincial Ernesto Tornquist, tiramos unos pegues en una pared escuela de escalada, visitamos el majestuoso ex Club Hotel e hicimos un hike por una reserva natural nueva. ¡Vení, viajá con nosotros!
Escribe y saca fotos Guillermo Gallishaw 📝📷
Desde el auto, la pampa húmeda parece una llanura eterna, empecinada en no tener fin. Pero en algún momento del viaje por la provincia de Buenos Aires, esa planicie se rompe con dos monumentales cordones montañosos: las Sierras de Tandilia y de Ventania. Ambos se formaron hace mucho (2500 y 2200 millones de años, respectivamente), pero hoy, semejante ruptura al paisaje eternamente plano, los convierte en sitios atractivos para el turismo. A Tandil fuimos varias veces, así que esta vez seguimos unos kilómetros más hacia el Sur para pasar unos días en Sierras de la Ventana.
✔️ Primer dato: fuimos en tren, saliendo desde Constitución y llegando a Tornquist.
✔️ Segundo dato: fuimos derecho a Villa Ventana.
✔️ Tercer dato: no subimos ninguno de los dos cerros más populares (Tres Picos y Ventana).
✔️ Cuarto dato: conocimos cuatro lugares mágicos.
✔️ Quinto dato: conocimos gente hermosa.
El tren que sale de Plaza Constitución tiene vagones nuevos, coche comedor con un servicio respetable, asientos en Pullman lo suficientemente cómodos y todo el personal de abordo me trató de diez, siempre con una sonrisa. Lo malo es que, como las vías son viejas, tarda 12 horas para hacer 600 kilómetros.
De Tornquist a Villa Ventana hay 17 kilómetros que los podés hacer en una combi, pero a mí me vino a buscar Adolfo Díaz, un periodista amigo, dueño de la hostería La Península, en Villa Ventana. Obviamente, me alojé ahí los cuatro días.
Antes de viajar, Adolfo me había puesto en contacto con una cooperativa de guías, así que ni bien llegué, los quise conocer. Lucía Iradi, Jeremías León, Fernanda Tenca y Gustavo Schamber son guías de turismo activo bien formados y con un amor incondicional hacia el lugar. Hicimos actividades los cuatro días, todas distintas, todas atractivas.
Huella Ancha
Es una senda de baja dificultad, de dos horas de duración y que está dentro del Parque Provincial Ernesto Tornquist. Ves algo de fauna como guanacos o caballos salvajes, aves y un sitio arqueológico. La diferencia SIEMPRE la vas a sentir si vas con un guía local, porque es quien te va a aportar información que, por vos mismo, difícilmente la conseguirías. En este caso, Gustavo se paró frente a un roquerío que para mí no tenía demasiado sentido, y me explicó que eso es un sitio arqueológico, de antiguos pobladores. “Era grupos nómades, las tribus hablaban una lengua común y se sabe que venían a esta zona a aprovisionarse del material lítico. En aquellos tiempos, la piedra tenía un gran valor, y diferentes grupos pasaban por acá, se quedaban un tiempo aprovisionándose y seguían viaje.”
Club Hotel de la Ventana
Villa Ventana es un pueblo apacible, ubicado al pie de las sierras, con calles sin asfaltar, unas pocas hosterías, varios negocios de artesanías y un ritmo aletargado. Y trato de imaginarme cómo era la vida acá a principios del siglo XIX, cuando prácticamente no había nada, pero me cuesta hacerme de esas imágenes en mi mente. Y mucho más difícil me resulta imaginarme un mega hotel-casino con todos los lujos. Pero existió: era el Club Hotel de la Ventana, que fue inaugurado el 11 del 11 de 1911 y tenía canchas de golf y de tenis, piscina, huertas, panadería y hasta un tren de trocha angosta que traía a los pasajeros desde la estación de Sierra de la Ventana. Pero lo más curioso es que semejante proyecto concluyó apenas unos años después de haberse inaugurado: en 1917, la presidencia de Yrigoyen prohíbe los juegos de azar y en 1920 el hotel cierra sus puertas. Sin embargo, la historia no termina ahí, ya que en 1943, aquí se alojaron 350 marinos de la Alemania nazi que habían escapado de la guerra y que llegaron a Buenos Aires luego del hundimiento del acorazado Graf Spee.
Recién en la década del ’80 hubo un proyecto de restauración, pero el 8 de julio de 1983, un incendió terminó con este gigante. En mi viaje, recorrimos las ruinas con Jeremías, Lucía y Hugo y les digo que vale la pena la visita, porque el sitio es tan majestuoso como misterioso.
Escalada
Justo frente al Parque Provincial Ernesto Tornquist, Jere me lleva a escalar en unas paredes de baja dificultad. Primero hay que caminar cerca de 15 minutos, y después ya estás al pie de la roca. El lugar está buenísimo porque tiene unas vistas privilegiadas del valle y las sierras. La propuesta es apta para todo público (de dificultad baja), ideal para ir a pasar una linda tarde en la roca.
Reserva Natural Sierras Grandes
Se trata de un área protegida recientemente creada que, en una caminata de seis horas en total, te permite llegar a un mirador deslumbrante de las Paredes Rosas. “Sierras Grandes es una reserva mixta con objetivos orientados a la educación y la botánica, porque acá se encontraron especies de plantas únicas”, me contaba Fernanda Tenca (“La Colo”), también guía de turismo activo de Ventana. “Decimos que es mixta porque es un acuerdo entre un estanciero y el Estado, con el fin de conservar un ambiente maravilloso, porque acá están las nacientes de ríos y arroyos que abrazan Sierra de la Ventana y Saldungaray.”
El hike es de dificultad media y vas todo el tiempo ladeando el arroyo San Bernardo. Sobre el final, la caminata llega hasta el mirador de las Paredes Rosas, unas monumentales laderas rocosas.
La caminata por la Reserva Sierras Grandes fue lo último que hice en mi viaje a Ventana. Hacía muchos años que no venía a esta zona, y encontré a toda la comarca más radiante que nunca, mucho mejor preparada para recibir viajeros. Realmente, vale la pena. ✪
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